miércoles, 27 de noviembre de 2013

LAS DIFERENTES ETAPAS DE LA VIDA EN PAREJA


Crecer es el gran tema de estar en pareja y nuestras diferencias,  las que nos permiten hacerlo






Entre los profesionales que trabajan con parejas se distinguen seis etapas. Tradicionalmente el tránsito por cada una de estas etapas coincide con cambios biográficos externos y objetivos en la vida de pareja y conllevan ciertos aprendizajes unidos a estos ciclos. 

La primera etapa dura apenas unos meses. Pasado el intenso momento del enamoramiento comienza el proceso de recuperar la propia identidad fundida por un momento en la de la persona amada. El principal de los problemas de esta etapa suele ser el aprender a soportar la frustración de nuestros sueños. El siguiente paso será el abandono definitivo de la fantasía de la pareja ideal. Esa en la que todas mis necesidades serán satisfechas , esa eterna, incondicional, leal y fiel. Esa pareja donde los hijos son maravillosos y sanos y los problemas simplemente no existen. 

La siguiente etapa se identifica en la mayoría de las parejas con los primeros meses o años de matrimonio. El trabajo es definir el proyecto en común, deshacerse de los roles anteriores, priorizar las actividades compartidas y aceptar nuestras diferencias. El paso a la siguiente etapa solo se transita si la pareja consigue desarrollar un código común para posibilitar la comunicación fluida y continua. 

La siguiente etapa suele coincidir con la paternidad. Aquí se impone aprender a postergar la satisfacción de nuestros deseos, también a hacerse cargo de una necesidad que no sea la propia, disfrutando la entrega y transcendiendo en lo creado. Es en esta etapa donde las parejas deben aprender a compartir tareas y responsabilidades. 

La cuarta etapa es la de la realización en pareja. Casi siempre sucede en los primeros 8 o 10 años de matrimonio. La pareja debe entrenar su capacidad para despegarse de lo creado y aceptar el cambio de su cuerpo , que ya no es tan joven. Es el momento de desandar las proyecciones en el otro (hijos y no hijos). El paso a la siguiente etapa solo se conseguirá si se supera la rutina, típica enemiga que aparece en esta etapa. 

La quinta y penúltima etapa es la del reconocimiento. Los hijos se han ido o tienen sus vidas y hace falta enterarse que el otro no es el que era, ni yo lo soy. Se impone reconquistar la pareja definiendo de cero un proyecto en común. Es el momento de profundizar definitivamente en la renuncia a manipular o controlar a la pareja y de hacerme cargo exclusivo de mis frustraciones. 

Finalmente, tras haber aprendido lo aprendido, se llega con suerte a la madurez de la pareja, a veces coincidiendo con la paternidad de los hijos. Al lado de mi pareja debo aprender entonces a aceptar mis limitaciones, a no vivir la vida de otros, a defender mi dignidad, a no pedir permisos ni a dar explicaciones si no quiero. 

Cada relación de pareja es una escuela donde aprender más de mí y de mi capacidad para vincularme sana y comprometidamente. Los conflictos son las clases donde se imparten los cursos de entrenamiento compartido  

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